Consideraciones

Consideraciones

Nate Bittinger

El problema no radica en correr sino creer que detrás de ti no hay nadie con los labios bien pintados y la navaja en la mano, se puede estar tan seguro del día y salir sin paraguas para que poco después tengas de todo menos lluvia, por eso salgo con gafas para el sol y botas de goma cada verano por si al caminar por la calle prefiero quedarme quieto si me encuentro contigo, porque si se trata de sorpresas y desgracias en la vida, mis pasos siempre dejaron más risas que bocas abiertas a diferencia de los tuyos que dejaron más bocas abiertas que risas, por eso trataba de seguir a tus tacones, quizá recogiendo el silencio que plantabas podía formarme una voz a tu espalda, desde ahí espero el día a que gires la cabeza para que mires la cantidad de ruido que has cosechado. Porque a algunos se les hace fácil hablar de amor cuando no han escrito del odio y es por esa misma razón que ya el pronunciarte me parece todo un teorema, así que prefiero sólo mirar que abrir la boca cuando llegan a pasar todavía tus piernas, aunque si se trata de querer no tardo en ir por un cigarro a la tienda o si se trata de olvidar sigo sin recordar dónde dejé las llaves esta mañana, por eso el amor nos parecía la contraria, por eso estoy aquí ahora fumando afuera sin poder entrar de nuevo a la casa.

Sigo sin dejar de ser un río joven para nada abordable y con un nido de piedras que chocan con los pies desnudos de quien intenta refrescarse, una de esas es el ruido blanco que surge de tu voz al salpicar en mis orillas, mismo que me insiste que aunque el río no sea el mismo a cada segundo por la corriente, las rocas cada mañana viven un pasado diario y es eso lo que habla desde la tierra por mí. Sé que aún esperas a que alguien me rompa el corazón como se supone que tú lo hiciste, que después de que lo hagan verdaderamente estaré enamorado, porque es más fácil sentir el dolor que el cariño y aquel dura más en cada uno pero ya es tarde y las luces no alumbran las calles y al igual que tendré que romper la cerradura para entrar después del filtro para sentir ese placer del hogar ya no basta con romper mi pecho, tendrían que romper mis prejuicios que eso cuesta más como la chapa de esta puerta.

Debes entender que el miedo es humano, yo lo sigo siendo, tú arriba te creías una diosa, lo sigues creyendo, pero es el hombre subyugado el que te lo dice, porque es el cobarde quien crea a los valientes así es como el miedo forma a un dios y empuja al riesgo y al atrevimiento, sin embargo como lo dije a tus oídos sordos que se excusan del no aprendizaje divino pues ya su conocimiento es absoluto dedicándose únicamente a mirar y vigilar el error, yo me sigo equivocando, e incluso para ti fui un error y desde aquello, si de verdad de los errores se aprende, desde entonces aprendo de mí mismo, me gusta aún ser humano. Vaya condena emitida por una diosa que amó a base del error.

Y sí, el alcohol sigue existiendo, no puede dejar de haber vinaterías e iglesias en este país, de alguna manera debo de ayudar al Estado pagando los impuestos cuando de añorar se trata, qué maquiavélica es su estrategia de recaudar tributos mientras un hombre trata de olvidar y más te extraña. Como lees así se está, de primera mano un pitillo y en consideración una botella aunque te queda un crédito, todo comienza a provocar asco, la cerveza ya no me emociona, tampoco el ron, como lo previste, pero como tal nunca me gustó el ron sino lo que sucede después de vaciarlo, eso es lo que realmente llena.

Reflexiono qué tan perdido puedo estar en estos días para que no puedan dar conmigo, en qué radica la locura y la soledad al terminar esto, quizá en no haber sabido saludar o preguntar los gustos, o en tener gafas para el sol, botas de goma, un cigarro y ahora una botella de ron afuera de casa sin poder entrar a ella, esperando a que llueva o el sol me queme aunque como el amor nos pareció siempre la contraria quizá estés detrás de mí con un labial rojo carmín y una navaja de bolsillo.

Christian Báez

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