Poder saborear el silencio

Poder saborear el silencio

Imagen: go4photos
Caminaba siempre descalza, de puntillas para no hacer ruido. Quería ser libre, tan libre que nadie pudiera ser capaz de alcanzarla. Eso era lo que más le preocupaba, poder vivir todo cuanto deseaba sin reglas ni restricciones, sin normas que pudiesen hacer de su vida una cárcel sin rejas.
No quería ser el centro de nada, tampoco la chica de la fiesta, no, eso a ella le daba igual, no era lo importante. Ella tan sólo quería poder ver amanecer, disfrutar de los días de lluvia, días abandonados por el resto. Ella quería saber cómo las estrellas podían brillar siempre y estar ahí noche tras noche para los curiosos que alzasen la vista. Quería poder saborear el silencio, añorar la música para tapar las voces de las mentes impacientes por hablar. Deseaba correr hasta no poder más, coger aire y retar a su cuerpo a continuar, a no dejarse vencer. Añoraba perderse para luego poder encontrarse. Esa sensación de plenitud era una de sus favoritas; poder ver claridad donde apenas antes tan sólo existía oscuridad era todo un reto que poca gente era capaz de afrontar.
Pero había un secreto, uno de esos que llaman a voces. Ella era ya libre sin saberlo, había retado más veces a su cuerpo de las que había sido capaz de contar. Su mente ya no hablaba sin ella permitirlo y los silencios la esperaban callados para que ella los sintiese tan dentro como fuera posible. La gente sabía que si ella quisiera sería la reina de cualquiera de las fiestas, y se había convertido en el centro de muchas vidas. Pero todo eso lo había conseguido sin ella buscarlo y por eso, las estrellas esperaban que empezase a desear algo más, y que de vez en cuando alzase la mirada, porque ahí la estarían esperando.

Sara Prior

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