No quise detenerlo

No quise detenerlo


Y me dejó.

Con las alas rotas y un hueco en cada habitación de mi alma. Me dejó. Me dejó con el recuerdo de unos ojos hinchados y llenos de dolor. Me dejó con las ganas de cumplirle sus deseos más bonitos, de escribirle hasta que dejara de leer otros libros y que me leyera a mí.

Me dejó y no supe detenerlo. No quise detenerlo. No pude detenerlo.

Ahora encuentro afortunados esos amores donde abundan las ganas de reír el uno con el otro hasta que las arrugas abunden y los recuerdos se hagan tan infinitos para las miradas de alguien. Tan interesante para los oídos de otros.

Ahora te encuentro afortunado de poder levantarte del lado izquierdo de esta cama dejando la almohada vacía de tus cabellos, de tus más grandes sueños. De tu perfume y algo de piel.

Ahora te encuentro desafortunado por necesitar tanto de alguien al dormir. Cómo sus pestañas bailan al son de sus sueños y cómo sus ojos llevan un cielo oscuro bajo ellos.

Te siento afortunado de vivir en otras vidas y desafortunado en pensar en otra estando con ellas.

Te siento aunque haya perdido la más grande fortuna. Aunque lo desafortunado me toque las manos.

Te siento aunque tu respiración esté en otro espacio.

Nos sentimos desafortunados por no decir adiós cuando teníamos la esperanza de vernos cada mañana y decirnos: “Hola mi amor”.
Te he perdido.
Me has perdido.
Nos hemos perdido.
Y ya no hay forma alguna de que alguien nos encuentre otra vez.

Juliette